Wednesday, June 06, 2007

Socialismo y burocracia: la fatal redundancia

POLITICA
Socialismo y burocracia: la fatal redundancia

Jorge Olivera Castillo

LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - Se quiere dar con la clave de los
milagros. Imponer pautas en la solución de un conflicto al que nadie ha
podido encontrarle un cauce satisfactorio. ¿Acaso es posible, a estas
alturas de la función, pensar en un triunfo frente a las huestes que
fomentan la indisciplina y el descontrol administrativo?

No tengo como referencia a ningún sistema de gobierno con sede en el
primer mundo. Estoy con mi interrogante justo en las entrañas de una
isla donde se presume desde podios y tribunas que la práctica del
socialismo es la antesala de la felicidad y el éxito.

Aquí se formulan las estrategias para derrotar una invasión de vicios y
tradiciones que han logrado penetrar en las profundidades del tejido social.

Los planes se diseñan en las sedes del casi cincuentenario Partido
Comunista. En todo el entramado institucional se barajan propuestas.
Políticos de diversos rangos, funcionarios del ámbito laboral y ex -
militares convertidos en ministros, afinan sobre el papel la puntería de
sus propósitos. Otros modelan con su voz un tono que anuncia de antemano
uno, dos, muchos laureles.

Los burócratas alistan las armas para luchar contra su propia sombra.
Sí, no es mentira que ahora sacan lo mejor del arsenal para hacer
picadillo a la burocracia.

Amagan con una batería de procedimientos reciclados y otros de reciente
factura; el resto queda en el limbo del secretismo. Más que buenas
intenciones, sobresale la retórica y el interés de proclamar victorias
desde posiciones que arrancan de espectadores críticos e infortunados
moradores del hastío, miradas piadosas y suspiros que aportan válvulas
adicionales para disipar los vapores de la ira.

Lamentablemente, llegan tarde con unas iniciativas vaciadas de
contenido. Antes, quizás con menos pasión, hubo declaraciones de guerra
como preámbulo de operativos para fulminar el descontrol, inspecciones
avisadas y sorpresivas, decretos, amenazas de fuertes castigos a los
transgresores, llamados a la conciencia de jefes y subordinados,
redoblamiento de la vigilancia mediante las guardias obreras.

A 48 años de distancia, el panorama es el mismo. Las mejorías en las
condiciones de vida y laborales, el control de los recursos, la
proscripción del fraude y el soborno, continúan en el plano de lo
quimérico. Sería absurdo comparar a Cuba con países que aún conservan un
subdesarrollo con muchas aristas medievales. A menudo se suelen hacer
comparaciones con el fin de resaltar los logros impulsados por una
revolución urgida de una terapia que la saque del soponcio.

En la actualidad hay más médicos e ingenieros per cápita, el
analfabetismo ha sido erradicado. Casi el 100 % de los cubanos pueden
leer y escribir.
Son signos favorables desde la óptica de una nación pobre, pero que
distan de aquellos espacios donde están contemplados equilibrios que
converjan en fórmulas coherentes, desprovistas del voluntarismo y otros
desenfrenos que complican el presente y el futuro.

El manejo de las cifras deviene en arte. Dentro de la frialdad numérica
queda oculta una realidad que corta tanto como una guillotina. Hoy el
obrero, el doctor, el científico, la ama de casa, los jubilados, son
unos miserables que a duras penas sobreviven con salarios de servidumbre.

En gran mayoría son huéspedes de hogares destartalados o víctimas del
hacinamiento. Carecen de garantías de transportación para llegar a
tiempo a sus centros de trabajo. No pueden, aunque posean el dinero,
hospedarse en un hotel donde se da la bienvenida sólo a los extranjeros.

Eso sí, son útiles para mantener la imagen idílica. Piezas de un juego
que se mueven al gusto del competidor.

Todos trabajan porque en un edicto se anatematizó el desempleo, no
porque realmente existan las condiciones y el deseo de hacerlo. La
lógica indica que sin políticas de estímulo y expansión de los medios de
producción, es imposible dar un empleo grato y decente a los más de
cuatro millones de trabajadores existentes en Cuba.

De ahí el parto. La burocracia, con una descendencia saludable,
husmeando en los más insospechados rincones del país. Entre sus más
aguerridos oponentes se encuentran quienes le lanzan las provisiones y
dan el beneplácito para sus correrías a través de la indiferencia y la
irresponsabilidad.

Deberían reconocer que se preparan para otra batalla perdida hasta tanto
no decidan la vía hacia una reforma que traiga la coherencia y la
objetividad como premisas. La burocracia hace bastante tiempo se almorzó
a la revolución y al socialismo

Muy poco o nada funciona en Cuba. Los laureles se marchitaron. Afirman
algunos analistas que el impulso se perdió desde 1968, cuando se llevó a
cabo la llamada "ofensiva revolucionaria". Fue un huracán que deshizo lo
que quedaba de la iniciativa individual, llevándose en el torbellino los
últimos despojos de la dictadura de Fulgencio Batista. Era el
alumbramiento del totalitarismo. El padre de la burocracia. El fenómeno
que no pierde los bríos, ni las esperanzas de seguir en ascenso y desde
la cima continuar con los hilos del descontrol, la ineficiencia, los
robos y cuanto sirva para echarle a perder la fiesta al partido único.

http://www.cubanet.org/CNews/y07/jun07/06a2.htm

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