Wednesday, June 13, 2007

SIN SALVACIÓN

SIN SALVACIÓN
2007-06-13.
Shelyn Rojas, Periodista Independiente

12 de junio de 2007. La Habana - Alexis apenas llega a los cuarenta
años de edad. Vive en el municipio capitalino Marianao. Ya había
cumplido los veinte años cuando la droga lo atrapó. Nunca ha tenido en
mente venderla, sólo consumirla: la que tenga, la necesita para volar
hacia lo más alto.

No distingue entre la marihuana, el hashish o el crack. Por el mediodía
o por la noche, o al despertar, a cualquier hora le viene bien. Nunca
desprecia ninguna.

Regla, su madre, al ver los cambios de estados emocionales de Alexis,
comenzó a sospechar.

No pasó mucho tiempo para percatarse de que su hijo era un drogadicto.
En busca de solución, lo ingresó en dos ocasiones en el Clínico
Quirúrgico de 26. En la consulta de drogas y tabaquismo. Sin encontrar
los resultados satisfactorios que anhelaba.

Cuando le faltaba la droga o no tenía el dinero suficiente para
comprarla, sufría síntomas depresivos dentro de su hogar.

Se acostaba los mediodías con la mirada pérdida y las pupilas dilatadas.
Un día descubrió que, en caso de apuros, podía recurrir al monedero de
su mamá.

Una noche abrió la billetera. Estaba vacía. Sabía que el tiempo se
escapaba y comenzaba a sentirse mal. Salió de su casa. Vió una ventana
abierta. Se dirigió hacia ella y observó, sobre un mueble, un equipo de
música.

Sus manos desde la ventana lo alcanzaban. Sin mucho trabajo se apoderó
del stereo.

Lo vendió por veinte dólares en la casa de un garrotero. Alexis volvió a
sus andadas. Al día siguiente regresó a su hogar; ya casi sin alas. La
Policía Nacional Revolucionaria lo esperaba.

Lo encerraron en el Combinado del Este a pesar de que la vecina retiró
la denuncia. Expresó que Alexis no es un delincuente. Le piden 10 años
de prisión. Usualmente, penas tan altas se le imponen sólo a los
traficantes, no a los consumidores. Lleva dos meses en prisión y aún no
le han celebrado juicio.

Su madre sabe que su hijo en la cárcel no tiene salvación. Dice, entre
lágrimas, que diez años en una clínica de desintoxicación sería
distinto. "Pero esto es Cuba", dice, y sigue llorando.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=10453

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