Wednesday, June 06, 2007

Los que se tomaron la Coca Cola del olvido

Crónicas
Los que se tomaron la Coca Cola del olvido

Debemos aprender a perdonar sus defectos al gentil cubano de Miami, del
mismo modo que él una vez perdonó los huevos y los insultos de sus
detractores en la Isla.

Rafael Alcides, La Habana

miércoles 6 de junio de 2007 6:00:00

Miami es un lugar de gentes de muy mala memoria, me decía el otro día
una señora hablándome de un sobrino. En Cuba este canalla le tomaba la
sopa de su casa en los días malos, ahora allá, dueño de un condominio
muy exclusivo, ni siquiera una postal por Navidad le envía. Tan pronto
llegó allá, dice, se tomó la Coca Cola del Olvido.

Lamento su mala suerte, señora. Pero si de esa Coca Cola prodigiosa de
que me habla han tomado los cubanos de Allá, debió ser para olvidar los
huevos y los tomates que al salir de sus casas para irse del país les
arrojaran, para sacarse de la memoria los insultos que al subir al auto
del adiós les gritaran las jaurías formadas por quienes durante años
fueron sus vecinos, y para olvidar, para no recordar nunca más el
silencio posterior, el silencio de cartas y llamadas telefónicas que sus
familiares les hicieran así tal cual si ellos nunca hubieran existido,
tal cual si no formáramos todos una fantasmal raza que vive más en un
mundo hecho de recuerdos que de acero, cemento y cristal.

Sin embargo, cuando diecisiete años después fue levantada la prohibición
gubernamental que los declaraba muertos, aquellos traidores de otro
tiempo, infecta escoria humana que a las heces fecales de las hienas
ofenderían, según el discurso de la época, se aparecieron en la Isla
sonrientes y bienhechores como si acabaran de pasar un curso con
Jesucristo para aprender a perdonar y en el que hubieran sacado
sobresaliente.

Reyes Magos parecían con sus sacos de marinero al hombro cargados de
regalos, y luego han sido el mecenas generoso, el puntual remitente de
remesas tan devoto, que casi parecieran estar comprando indulgencias.

Aun así, no hay del todo en Cuba una idea correcta del Miami de ellos.
Esta misma señora de que hablo lo imagina una ciudad poblada por turbas
de fanáticos enloquecidas por el alcohol y las drogas, que por la noche
queman grandes cruces en ceremonias siniestras, todos encapuchados, y
por el día recorren las calles con carteles y telas que demandan del
gobierno norteamericano la inmediata intervención militar a la Isla,
ocupación que acompañarían, ¡lo han jurado!, de una licencia de tres
días para matar.

Esa aburrida caricatura

Es verdad, le digo, que algo hay de esa aburrida caricatura. Y es verdad
que a cada rato ha sido visto en la Isla el cubano equivocado de allá,
el que llegó de visita, mirando con ojos de propietario que trama un
desahucio la casa que le quitaran al irse y que la Ley Helms Burton le
asegura que le será retornada. Pero eso ni ellos mismos se lo creen.

Tampoco falta el petulante. El fresco que va al agromercado a mirar los
precios y asombrado le pregunta al tarimero si la yuca, el tomate y la
calabaza los están trayendo de Londres o París, y se va en su avión
diciendo que si el valor de una col es igual al del salario mínimo,
entonces cómo y de qué vivirá el infeliz del salario mínimo.

Otros, al ver el por ciento enorme de gentes en la Isla que no trabajan
y sin embargo tienen de todo, dicen despectivos que en Miami sí se
cumple el postulado leninista que reza: "el que no trabaja no come". Y
también ellos regresan a Miami sin entender el misterio cubano del que
se quedó y sin embargo ha sobrevivido a pesar de no cubriría su sueldo
ni el comienzo de sus gastos. No hablemos de los pragmáticos que
siguiendo los patrones capitalistas de Miami y Nueva York estiman un
derroche, y lo condenan, poseer un jineterismo de nivel universitario o
por su edad aún en el Pre.

Pero éstas son, señora, inconsecuencias menores, defectos que deberemos
aprender a perdonarle al gentil cubano de Miami, del mismo modo que él
una vez perdonó los huevos y los insultos de quienes creían que todo el
que no fuera comunista o simpatizante, merecería ser echado en el
inodoro y halar ipso facto la cadena, aunque usted ahora no lo recuerde
o, por alguna razón que no me cuenta, haya dado con el cubano
excepcional de allá: ese extraño sobrino que se habría tomado solo,
solito, toda la Coca Cola del Olvido que existía en Miami.

http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/los-que-se-tomaron-la-coca-cola-del-olvido/(gnews)/1181102400

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