Saturday, June 09, 2007

Las Damas de Blanco, La Habana, un pez, la libertad…

Las Damas de Blanco, La Habana, un pez, la libertad…

William Navarrete. La Primavera De Cuba, 7 de junio de 2007.

Ellas recorren las calles de La Habana, en silencio, como un murmullo
venido de lejos porque La Habana es ciudad de murmullos a fuerza de
mordazas, porque en La Habana clamar un derecho, decir en voz alta lo
que se piensa, es vieja cláusula de un testamento extraviado, borroso y
empolvado que ya ni los muertos se atreven a evocar de tanta pátina, que
año tras año, ha caído sobre esa letra muerta que es para quienes allá
viven la palabra libertad.

Veo las fotos de esos ángeles sin trompetas ni juicios finales, sin otro
recurso que el impulso de defender, cueste lo que cueste, lo que el
factótum carcelario les ha dejado de hogar y pienso que la historia de
las mujeres cubanas se está escribiendo ahora, en este justo instante,
en que otros, indiferentes y viles, se besuquean con estatuas de piedra
cuarteadas por el odio, aquellas que funcionarios, secuaces, tracatanes
y algún que otro visitante pueril apuntalan con la vana esperanza de que
Cuba quede como un museo de cera de la barbarie, con figurones
macilentos y torpes que se derriten bajo el sol y cubren con cieno y
puro barro sus oídos para seguir disfrutando lo que les queda de sol.
Tal vez para decir luego, cuando todo aquel mausoleo se derrita, que no
sabían, que no oían bien, que estaban trabajando a escondidas - muy a
escondidas, debería ser - para devolverle a las calles de La Habana las
flores que sólo ellas, las Damas de Blanco, llevan, a la intemperie, de
jardín en jardín.

Atraviesan calles y ofrecen lirios. Caminan con un telón de mar y parece
que a las aguas azules del golfo le han crecido ramos de paz. Oran en
una iglesia y sienten el peso de la mirada de quien desde el fondo de la
nave anota y vigila cada gesto, cada palabra, cada ruego. A veces - cada
vez más a menudo -, cuando regresan a sus casas, mujeres pagadas con no
sé qué mérito abstracto - tal vez con un permiso para viajar a Miami o a
una isla remota de Oceanía a encontrarse con sus propios hijos - les
gritan palabras de cartón que ni ellas mismas creen. Palabras que esas
mujercitas presas reciben en sobres cerrados y que parecen rescatadas de
un dialecto del que ellas son las últimas detentoras. Palabras que son
las miserables monedas de canje con las que adquieren los brillitos
comprados en divisas que exhiben descaradamente como si los cubanos no
supiéramos por donde le entra el agua al coco.

Las fotos - las que se multiplican por las redes del mundo libre, las
mismas que Blanca Reyes ha puesto en una galería de su blog -, las de
las Damas, no tienen más voz que la blancura simbólica de sus gestos.
Blancura en medio de la luz siniestra y enceguecedora de La Habana, de
la que se desgaja, como un milagro ya casi inesperado, la esperanza que
ellas exhiben en sus ropas y el color de paz que regalan con cada pétalo
de flor.

Cada vez que ese ejército de paz, digno y arrollador, atraviesa las
calles de La Habana, saltan, entre los pasos con que ennoblecen el
asfalto, los ojos de un pez. El rostro radiante y los ojos del pez "que
se presiente libre", "que desdeña la muerte", el que a cambio de esos
pasos silenciosos que retumban, quiéranlo o no, en los oídos de cera,
dejó Gastón Baquero entre las calles y dejan ellas, para que la ciudad
no muera del todo y podamos todos - los que aún creemos en los nobles
atuendos de la libertad, los prisioneros políticos, los disidentes, los
exiliados verdaderamente libres y el cubano que está por nacer y hablará
sin miedo con los peces -, agradecerles a ellas, a las Damas de Blanco,
el desvelo con que gravan cada día, sobre muros de cal, la palabra que
quiere escabullirse y no la dejan, la que rescatan de páginas rasgadas,
la que perturba el sueño del verdugo e ilumina el despertar de estas
mujeres. Esa palabra tan dulce: libertad, que entonan más que nadie
ellas, cada vez que transforman el vago rumor de La Habana, el más
engañoso de todos, en voz limpia de mujer que canta claro y alto.

http://www.cubanet.org/CNews/y07/jun07/08o9.htm

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