Thursday, June 21, 2007

La interrogación de siempre

Crónicas
La interrogación de siempre

Rafael Alcides, La Habana

jueves 21 de junio de 2007 6:00:00

Un jubilado refería en una cola el desacuerdo de dos hermanos respecto a
la responsabilidad del Señor en una enorme tragedia familiar. Uno de los
personajes de la tragedia, A, o era de Santiago de Cuba o de Holguín (no
oí bien). Sé que durante años la familia de A intentó por todos los
medios permutar para La Habana. Ofrecían su tremenda residencia de allá
por una modesta vivienda. Hasta promesas le hicieron a la Virgen de la
Caridad, cuyo Santuario en el Cobre visitaron en dos ocasiones. Pero la
Virgen, tal vez porque obre de acuerdo con las planificaciones del Señor
o por lo que sea, no les concedió la permuta.

Cuando al cabo de treinta años de haber emprendido aquel loco sueño
murió el cabeza de familia que lo fundara, todos pensaron que había
muerto de decepción. Era un hombre sano pero desgastado por su sueño. Al
siguiente año murió su viuda, sana también pero muy desgastadita.

Desgastaditos igualmente estaban el varón A y la hembra B, únicos
sobrevivientes de aquella familia de soñadores, B de diecinueve años y A
de veintitrés, cuando, casualidad o porque ese fuera el momento,
lograron en meses, y sin necesidad de permuta, realizar el sueño de sus
padres y de ellos mismos, que nacieron y crecieron en medio de aquellas
fantasías domésticas que si por el día eran sueño despierto, palabra,
anhelo, velas encendidas a la Virgen, por la noche eran sueño verdadero,
que intercambiarían por la mañana tomando el café.

Tenían en Estados Unidos estos huérfanos un tío muy rico que tenía allá
un amigo que estuvo con él en la Sierra Maestra y después en Girón. Este
amigo tenía en La Habana una hermana ya muy vieja, una mujer de ochenta
y tantos años que tenía en Estados Unidos un nieto de mala cabeza que le
había prometido a su mujer y a sus cuatro hijos enmendarse (un hombre de
poco más de treinta años que en los noventa llegó allá en una balsa con
toda la familia). Y esta hermana habanera (seguía el de la cola) era
dueña en Nuevo Vedado de una señora casa de dos plantas en la cual vivía
sola.

La mujer que por quince años la cuidara, en espera de que la anciana
muriera para quedarse con la casa, acababa de rociarse con gasolina y
arder, a lo mejor cansada de esperar.

Enseguida el tío rico de A y B y su amigo, el tío abuelo del tipo de
mala cabeza, lo tramaron todo. Enviaron a La Habana a un hombre que
arregló la boda de la anciana octogenaria con el joven A, de
veinticinco. Era un recurso ventajoso para ambas partes. Como en Cuba
las ventas de casas entre particulares están prohibidas y para tener
derecho a quedarse con una cuando el dueño muera, deberá haberse
convivido con éste cinco años si es familia y diez si no lo es, la
anciana del cuento, sin tener ahora por su edad quien se arriesgara a
cuidarla por la esperanza de la casa, habría tenido que ir a dar con sus
achaques a un asilo y dejarle su casa al gobierno.

De casada, en cambio, recibiría en su casa de siempre los cuidados de su
joven esposo A (quien la heredaría caso de no prenderse fuego él
también), y de su joven cuñada B. Y algo más. A su nieto de USA, el de
la mala cabeza, el tío rico de A y B le situaría allá 90.000 dólares
para que empezara de nuevo.

En un dos por tres A y B resolvieron, materializaron su sueño, aunque
esclavizados por la anciana esposa, que hoy diez años después de la boda
sigue viva, orinándose y defecándose lo mismo en la cama que en su silla
de inválida. En cuanto al nieto de mala cabeza, tan pronto entró en
posesión de los 90.000 dólares marchó a Las Vegas y, cuando los perdió,
se metió en la cabeza un tiro que todavía resuena en su casa.

El amigo del tío rico, tío abuelo del suicida, sigue sin perdonarse esa
boda. Piensa que esa tragedia ocurrió por contrariar los planes del
Señor. "Si Él lo tenía sin un centavo, por algo sería", dice. En cambio,
la abuela, la anciana propietaria, no está de acuerdo con su hermano de
Miami. Todavía esta mañana, mientras su joven esposo le daba a chorritos
el jugo del desayuno, le comentaba al relator de la cola: "Eso estaba
escrito".

http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/la-interrogacion-de-siempre/(gnews)/1182398400

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