Tuesday, June 12, 2007

LA HAMACA DE FIDEL

LA HAMACA DE FIDEL
2007-06-11. Penúltimos días, http://ultimosdiasfidel.blogspot.com/
William Navarrete

París, Lunes, junio 11, 2007. En la película de Andy García The lost
city podemos ver a un grupo de aspirantes a guerrilleros atravesar un
campo en dirección a un matorral. El paisaje se asemeja al de la Sierra
Maestra.

A juzgar por lo acicalado que aparece cada personaje y sus impecables
pañuelos rojos anudados al cuello se diría que más bien buscan un lugar
para hacer un picnic. Esta escena y la banda sonora del filme son, tal
vez, unos de los pocos aciertos de la película.

En 1984, Fidel Castro celebró en la Comandancia de La Plata, epicentro
de su guerrilla, los 25 años de poder. Para ello invitó a un selecto
grupo de amigos: el inevitable García Márquez, Carlos Rafael Rodríguez y
el nicaragüense Henry Ruiz Modesto, entre otros.

También a la periodista norteamericana Patricia Sethi (de Newsweek) y a
la fotógrafa Maggie Steber. Poco después, la revista francesa
Paris-Match dedicó un reportaje a esta celebración que tituló "La fiesta
chez Castro". En una de las fotos de Steber, el líder cubano enseña a
García Márquez cómo desprender con una sola mano la carne de un cordero
a la parrilla. Como si se tratase de una proeza, Paris-Match resalta el
hecho al pie de la imagen. En otra, Castro posa bocarriba en una hamaca.
La imagen es de placidez: la tormenta de la embajada de Perú, el Mariel
y el fiasco de Granada son disgustos que pertenecen ya al pasado.

En "Memorias de la Sierra Maestra" —un libro que ya comenté aquí—, de
José Pardo Llada, la hamaca de Fidel es más que un motivo anecdótico. En
la página 38 el periodista cuenta cómo en su primera noche en La Plata,
al enterarse de que él no tenía hamaca, Fidel Castro le prestó la propia
con la siguiente recomendación: "Cuídamela, que es la mejor hamaca que
pude comprar en Méjico".

Días después Pardo Llada se halla en Las Vegas, refugio guerrillero
cerca de Minas de Frío. Desde allí relata (p. 103) que recibió un
paquete enviado por Celia Sánchez con una hamaca nueva y una nota
"escrita con cuidadosa letra de imprenta, donde solicita la devolución
de la famosa hamaca mejicana que Fidel [le] había prestado y con la que
desembarcó en Belic". ¿Superstición o fetichismo?

Hasta aquí el hecho narrado no tendría nada de particular si no
conociéramos el peso de una hamaca yucateca (que muestra de hecho la
foto de Paris-Match), así como las imágenes (muy difundidas) del famoso
desembarco del Granma en Belic. En mejores condiciones y viajando en
avión, yo tuve que desprenderme de mi hamaca comprada en Yucatán cuando
comprendí el estorbo que su volumen y peso significaban.

Desde entonces no dejo de preguntarme cómo Fidel Castro pudo cargar con
su hamaca mejicana, además de otros objetos imprescindibles (fusil,
municiones, etc.) si sabemos (o nos han hecho saber) que el desembarco
de Belic fue una odisea al que siguió una tortuosa marcha a través de
manglares y bajas zonas costeras del golfo de Guacanayabo. ¿Cómo se las
ingenió para arrastrar dicha hamaca por las serranías de Oriente con los
casquitos de Batista pisándole los talones (versión oficial)?

Pardo Llada también reproduce una carta que le dirige Fidel Castro,
fechada el 13 de noviembre de 1958, en que le explica que no puede
mandarle la cámara de fotos por no querer soltar la que tiene ya que lo
acompaña desde el inicio y la quiere igual que a su fusil.

"Apego de aficionado", es el término utilizado para justificar la
obsesión por el aparato. Quiere esto decir que además de la hamaca,
también la cámara viajó de Tuxpan a Belic. Me gustaría que alguien
intentara desembarcar a oscuras en una zona de manglares, con un fusil
en alto, una hamaca, una cámara y otros objetos, y que con esta carga a
cuestas tratase de avanzar por intrincados lomeríos para luego ascender
las empinadas faldas de una sierra.

Siempre que leo testimonios de campaña de la Sierra revivo las cartas
que desde el Presidio Modelo (Isla de Pinos) escribió Fidel a Naty
Revuelta. Aquel cautiverio, en donde leía a gusto y preparaba rodajas de
piña con jamón, posee a mi juicio los ingredientes necesarios del picnic
que parecen dispuestos a hacer los figurantes del filme de Andy García.
Lo que no aclara el reportaje de Paris-Match es si la hamaca que vemos
en la foto es la misma que Fidel trajo de México. Como tampoco sabemos
hoy el destino de ese lecho plácido en el que bien valdría la pena
dormir una última (y definitiva) siesta.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=10439

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