Monday, June 25, 2007

LA CELEBRACION DE CUBA EN LA ONU

El informe Oppenheimer

LA CELEBRACION DE CUBA EN LA ONU

Por Andrés Oppenheimer
Diario Digital
México
Infosearch:
Dago Torres
Buro Europa Occidental
Dept. de Investigaciones
La Nueva Cuba
Junio 24, 2007

El día que se muera el presidente vitalicio de Cuba, Fidel Castro,
cuando sea que eso ocurra, varios países latinoamericanos enviarán sus
más sentidas condolencias a la isla, y al mismo tiempo pedirán una
apertura democrática. Lamentablemente, el país más grande de Sudamérica
no estará entre ellos.

Antes de contarles por qué Brasil probablemente se quedará mudo en lo
que hace a pedir libertades políticas en Cuba, permítanme compartir con
ustedes lo que estoy escuchando en círculos diplomáticos latinoamericanos.

Según me dicen varios embajadores, cuando Castro fallezca por lo menos
media docena de países de la región incluirán una línea en sus mensajes
señalando que la muerte del presidente cubano cierra una era en la
historia cubana y debería abrir otra.

Algunos de ellos, como Costa Rica o El Salvador, probablemente pidan
abiertamente reformas políticas. Otros, como México, Perú, Colombia y
Chile, probablemente hagan lo mismo más sutilmente. Dirán que Castro
será recordado como un gran defensor de la soberanía cubana, y que
esperan que Cuba inicie ahora un período de reconciliación nacional —una
forma elegante de decir que llegó la hora de permitir libertades
esenciales—.

Sin embargo, esta semana, tras la victoria electoral del presidente Luiz
Inácio Lula da Silva, le pregunté en una entrevista a su principal
asesor de política externa —y presidente del gobernante Partido de los
Trabajadores— Marco Aurelio García, si Brasil se unirá a los países que
pedirán una apertura en Cuba. Y su respuesta fue un categórico "no".

García, que también fue el jefe de la campaña de reelección de Lula, me
señaló que "Brasil no va a pedir eso. Te voy a decir lo que Brasil va a
pedir: Brasil va a pedir que se deje a Cuba resolver sus problemas. Yo
creo que lo mejor que puede pasar es que Cuba pueda resolver sola sus
problemas. Eso significa que no se hagan presiones desde afuera".

¿Por qué?, le pregunté. Hay principios internacionales que exigen la
defensa colectiva de la democracia. Además, cuando en Brasil había
dictaduras de derecha, ¿acaso García y sus compañeros que ahora están en
el gobierno, y que entonces estaban escondidos o en el exilio, no pedían
una presión internacional para lograr una apertura política en su país?
"Yo estoy absolutamente convencido de que presiones foráneas son muy
malas —respondió García—. Y más en un país que tiene un sentimiento
nacional muy fuerte".

¿Cómo saber cúal es el sentimiento nacional de los cubanos?, le
pregunté. ¿Cómo saberlo si Cuba no ha permitido una elección en más de
cuatro décadas, y no hay libertad de expresión? "Bueno, ahí no seremos
nosotros los que vamos a decir cómo debe Cuba resolver sus problemas.
Déjame decir concretamente lo siguiente: ahí tenemos una divergencia con
Estados Unidos", respondió García.

Está bien, respondí. No estoy diciendo que Brasil debiera apoyar el
embargo comercial de Estados Unidos a la isla. Pero ¿por qué no hacer
como México y las democracias europeas, que hacen las dos cosas:
oponerse a las sanciones económicas de Washington a Cuba, y al mismo
tiempo a la represión política de La Habana sobre su propio pueblo?,
pregunté. Sin salirse de su línea, García admitió tácitamente que espera
ver cambios políticos en la isla tras la desaparición física de Castro.

"Yo creo que eso se resuelve si nosotros no hacemos presiones desde
afuera. A mi juicio, ésa es la tendencia normal. Cuba va a tener su
proceso político. Es normal que exista una evolución política en el país
—dijo García—. Obviamente la muerte de Fidel crearía circunstancias
nuevas, teniendo en cuenta que ejerce un liderazgo indudable en el país".

Y agregó: "Creo que la sucesión no sería simplemente una sucesión, sino
que traerá consigo otras cuestiones de naturaleza política. Pero lo que
a nosotros nos preocupa mucho es que si se suman muchas presiones,
incluso los objetivos que algunos persiguen van a ser más difícil de ser
alcanzados".

Mi opinión: No estoy de acuerdo. García tiene razón en que presiones
demasiado burdas serían contraproducentes. Pero creo que sería de gran
ayuda para la oposición pacífica en Cuba que los países latinoamericanos
hagan sugerencias respetuosas de que la muerte de Castro abrirá un nuevo
período en la historia cubana, y que estas sugerencias sean acompañadas
de ofertas de ayuda económica condicionadas a una gradual apertura
democrática.

Un viejo dicho de la revolución mexicana dice que "no hay general que
resista un cañonazo de $50,000". Pues bien, creo que será muy difícil
que los generales cubanos puedan resistir un cañonazo de $5,000 millones
de la comunidad internacional para la reconstrucción de Cuba, a cambio
de que la isla deje de ser un estado policiaco.— Miami, Florida.

http://www.lanuevacuba.com/archivo/andres-oppenheimer-77.htm

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