Monday, June 11, 2007

Estás tirado por la planta!

SOCIEDAD
¡Estás tirado por la planta!

Guillermo Fariñas Hernández, Cubanacán Press

SANTA CLARA, junio (www.cubanet.org) - Aquel hombre, cuyo alias es El
Yunque, se dijo: "Esta vida es pura basura, yo no seguiré así". Bebía
ron en su casa cuando se enteró que se le acabaría "el escape", manera
de evadir tantos problemas que carga el ciudadano de mi país, a través
de infinidad variantes, lícita o no.

Ese fatídico día El Yunque supo que ya no trabajaría más en el matadero
de ganado vacuno Chichí Padrón. Dejaría de ser uno de los mayores
distribuidores clandestinos de carne roja.

Sabía que el nivel de vida "a toda leche" que llevaba se le acabaría de
un momento a otro, pues como buen "nuevo rico" se excedió en los gastos,
no fue previsor ni dejó ahorros para un momento de crisis. Su economía
doméstica había quebrado o iba camino de ello.

Lo que mayor dolor le producía era la traición del que creía su amigo,
el jefe de personal del matadero, que alardeaba en borracheras continuas:

-Trabajar en el combinado cárnico es como trabajar en una mina de oro.

Sorpresivamente le realizó una evaluación a su amigo y lo desaprobó,
para venderle su plaza de almacenero, por 10 mil dólares, a un
desconocido, sin tener en cuenta la amistad que lo unía al Yunque.

Estaba sentado en un sillón en el portal de su casa, temiendo lo que se
le venia encima. Tendría que compartir su menguado sueldo entre varias
viviendas a mantener. Estaba casado con Mirna, la madre de sus hijos,
pero también pensaba en Pilar, la amante de los años, que le parió una
hembrita que ahora tiene 12 años.

Diez meses atrás se enredó con una jovencita de 20 años, que lo tenía
fuera de control y le limpió los ahorros planificados para su retiro o
una eventual y siempre hipotética situación como la que atravesaba en
estos precisos instantes.

El Yunque se percató que estaba en bancarrota, pues no tenia dinero ni
para comprar una plaza de carnicero o bodeguero donde capear el
temporal. Tristemente, arribó a la única conclusión posible: tendría que
vivir como siempre temió; como un mediocre ciudadano, sin los lujos por
los que siempre se arriesgó.

El domingo 26 de agosto Fidel Castro hablaba por la televisión sobre
unos médicos que quería que Estados Unidos de América le aceptara con
medicamentos y todo, a lo que los yanquis se negaban rotundamente.

El Yunque fue llenándose de cólera con el gobernante. Él esperaba el
único programa televisivo que a él le gustaba: Investigación en la
escena del crimen, y el discurso no acababa.

De pronto, se levantó encolerizado y comenzó a gritar:

-¡Vivir en este país es una locura, coño, callen a ese viejo para ver mi
programa! ¡Me voy lo mismo en una lancha que en un globo como Matías
Pérez, pero de este país hay que desaparecerse!

Lo encerraron por varias horas, y le levantaron un acta de advertencia.

Al otro día se sintió aislado, sus vecinos de toda la vida, precisamente
los que más favores le debían, no querían mirarle a la cara. Y se fue El
Yunque a ver al viejo Linares, su padrino en la santería, el babalawo
del barrio, quien lo recibió muy preocupado.

Al confesarle que se sentía defraudado por la actitud de sus vecinos, el
anciano le dijo:

-Que tú quieres que hagan, desde anoche estas tirado por la planta,
estás embarcao, pues dijiste lo que todos piensan, pero nadie dice. Ya
estás bajo chequeo de los represivos.

http://www.cubanet.org/CNews/y07/jun07/11a7.htm

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