Wednesday, June 13, 2007

DERROTEROS PREVISIBLES

DERROTEROS PREVISIBLES
Jorge Olivera Castillo
12 de junio de 2007

La Habana – bitacoracubana - El Partido Socialista Obrero Español
(PSOE), ha sido consecuente con su actuar respecto a Cuba. Su actual
negativa a liderar o sumarse a una política de presiones como respuesta
a la flagrante y sistemática violación de los derechos humanos en la
isla, subraya un estilo que cobró vigencia en el mandato de Felipe
González, quien en sus 14 años al frente del ejecutivo español, mantuvo
si no excelentes, sí normales relaciones tanto a nivel personal, en el
caso de Fidel Castro, como con el resto de la nomenclatura del Partido
Comunista Cubano.

Aunque hubo periodos de tensiones, nunca la ruptura fue algo a valorar
como un hecho probable. Todos los desencuentros no pasaron de meros
ejercicios retóricos o expresiones tamizadas con el velo de la diplomacia.

A menudo se esgrime por avezados analistas, la vinculación cultural e
histórica entre ambos países, a razón del largo período de coloniaje
peninsular sobre gran parte de América. Cuba fue la última colonia que
obtuvo la independencia.

Los conquistadores ibéricos se negaban a aceptar la perdida de una isla
donde ya se había establecido una gran cantidad de españoles, quienes
fundaron familias, enraizaron costumbres y forjaron parte de la
identidad nacional.

Finalmente en 1898, tras una guerra de más de15 años donde participaron
españoles, contra criollos y descendientes de esclavos africanos traídos
a la fuerza como mano de obra barata, España firmaba la capitulación
ante las tropas norteamericanas que intervenían para sellar una guerra
que había dejado a Cuba devastada, sin recursos, ni potencialidades
humanas para encauzar al país por la senda del desarrollo.

Esto contribuyó a crear en el imaginario español, una sensación de
resentimiento y rechazo hacia el nuevo poder que surgía en el Norte a
expensas de un salto cualitativo en la visión del mundo. Es decir las
libertades ciudadanas, la abolición de la esclavitud, el desarrollo
industrial a gran escala y otras prácticas que generaban un progresivo y
natural apetito por la obtención de tierras y recursos extra fronterizos.

Tal enfoque, a pesar de las causas que lo avalan, no llega a monopolizar
el espectro político español. Una filosofía asentada en un
conservadurismo muy ligado a la derecha republicana estadounidense, los
siglos de distancia e interpretaciones con basamentos ideológicos
basados en estrategias, según sus valedores, más eficaces y
transparentes y fuera de cualquier veleidad dialogante, tienen en el
opositor Partido Popular (PP), un representante que apuesta por una
política marcada por la denuncia, las sanciones y el aislamiento, como
armas para castigar a una dictadura que mantiene en prisión a cerca del
1% de la población.

Un detalle que sale a relucir en las apasionadas batallas verbales que
ocurren en la Cámara de Diputados es la existencia de casi 300 reos
políticos y de conciencia, sin que el régimen de la Habana haga algo
significativo para cambiar la realidad.
Las fuerzas políticas en disputa esgrimen razones para legitimar su
postura, sin embargo todo indica que prevalecerán los conceptos del
PSOE. Las intenciones de abrir una brecha por medio de conversaciones,
acuerdos y créditos, podrían ofrecer cierta cobertura para el
advenimiento de resultados lejos de la espectacularidad en cuanto a su
alcance.

Si se toman como referentes las declaraciones de los representantes del
poder en Cuba signados por la prepotencia y el espíritu confrontacional,
muy poco se puede esperar al menos en el corto plazo.

Pudieran ocurrir algunas liberaciones de prisioneros, traslados que
acerquen a los confinados a cárceles más cercanas a sus lugares de
residencia, pues existen casos donde los sancionados permanecen a
distancias superiores a los 900 kilómetros de sus casas. Pensar en
resultados de mayor trascendencia es imposible. La voluntad para
emplearse a fondo en la solución de estas cuestiones, no es la que
prevalece en la cúpula del poder totalitario.

Como herencia del anterior gobierno liderado por el conservador José
María Aznar, está la posición común tomada por los 25 países que
conformaban la Unión Europea en 1996.
Esto será muy difícil removerlo a razón de que nada ha cambiado
sustancialmente desde entonces. La negativa del gobierno a iniciar una
apertura hacia la democracia, el acoso y nuevos encarcelamientos contra
los disidentes, la vigencia de un código penal abusivo, la práctica de
absurdas prohibiciones que recuerdan al apartheid, son suficientes
pruebas que deberían desbancar cualquier propuesta de derogación.

El aplazamiento de las sanciones diplomáticas impulsadas también por
Aznar en el seno de la Unión Europea en el 2004, en respuesta al
encarcelamiento de 75 disidentes en la primavera de 2003, podría
repetirse como viene ocurriendo cada 6 meses a petición de Rodríguez
Zapatero y su equipo de exteriores.

La visita, en abril, del canciller Miguel Ángel Moratinos a La Habana y
la realización del primer encuentro para tratar asuntos de derechos
humanos con las autoridades de la isla, tal y como se previó, marca una
pauta en la evolución del diferendo Cuba- Europa.

Hasta ahora no hay ninguna señal que acredite pasos que vayan más allá
de las palabras que funcionarios de ambas naciones intercambiaron a
puertas cerradas. Quizás sea muy pronto para contabilizar éxitos desde
el lado de la disidencia.

Hay quienes aseguran que no habrá nada o muy poco que festejar. Los más
escépticos van delante en los vaticinios.

La última en manifestar las suspicacias en público, fue la Secretaria de
Estado norteamericana Condolezza Rice, precisamente en una histórica
visita a Madrid en los primeros días de junio.

España, mientras gobierne el PSOE, marcará el camino de la política
hacia Cuba por la vía del llamado diálogo constructivo. Ha logrado
consensuar los ánimos de sus socios comunitarios, ha pedido paciencia y
un voto de confianza en su labor por alcanzar al menos el arranque de la
democratización en Cuba.

En septiembre será el próximo contacto, en el marco del 62 período de la
Asamblea General de las Naciones Unidas. Veremos si las esperanzas de un
cambio florecen o se marchitan. Es atinado pensar que el estado de
derecho en España llegó después de la muerte de Franco. Parece que el
destino de la isla marcha por un camino similar.

Zapatero y el PSOE quieren ir sentando las bases para un aterrizaje
suave, buscan un modo de equilibrar intereses económicos y políticos con
miras en el futuro.

No hay garantías de que las cosas salgan bien. Los riesgos, al tratar
con un gobierno usualmente acostumbrado a violar pactos con una ligereza
patológica, son enormes. No obstante, prefiero no adelantarme a los
acontecimientos. El tiempo y la historia brindarán los pormenores para
la lanzar la trompetilla o darle vía libre al aplauso.

http://www.bitacoracubana.com/desdecuba/portada2.php?id=4930

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