Tuesday, June 12, 2007

Cuidado con los murciélagos!

SALUD PUBLICA
¡Cuidado con los murciélagos!

Miguel Iturria Savón

LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - Las autoridades sanitarias del
municipio capitalino Cotorro agregan a sus habituales ocupaciones la
lucha contra la istoplasmosis, adquirida desde mediados de mayo por
decenas de niños que jugaban a la guerra en los túneles construidos para
evacuar a la población ante "posibles ataques enemigos". Aún permanecen
25 infantes en los hospitales "Arturo Aballi", la "Balear", "William
Soler" y Pediátrico de Centro Habana. Sólo Dael Mena García se encuentra
en terapia intensiva en el "Aballi"; mientras Alain Li Rodríguez sigue
reportado grave en el "William Soler".

Ambos encabezaban la pandilla de chiquillos que exploraban los túneles
situados en la periferia del Residencial América, de donde proceden la
mayoría de los aquejados por la istoplasmosis, enfermedad atribuida al
contacto con murciélagos, el cual convive con bacterias que pueden
alojarse y hacer estragos en el organismo humano, pues -según las
fuentes consultadas- deja secuelas como la falta de aire y dolores de
cabeza, además de los síntomas iniciales: fiebres, mareos, inapetencia,
cambios en la coloración de la piel, fatigas, tos seca y disminución de
la hemoglobina.

Los especialistas aseguran que es una enfermedad poco común en Cuba, no
detectada desde hacia años en semejante magnitud. Se trata de un hongo
que entra por las fosas nasales, se aloja en los pulmones y provoca
reforzamiento, neumonía o bronconeumonía. El proceso de incubación es de
15 a 20 días, lo cual favorece dictámenes inexactos y pérdida de tiempo.
Actualmente, a los niños y adolescentes que llegan con fiebres a las
consultas se les aplica Rayos X y quedan en observación, pues las placas
detectan una mancha blanca que "denuncian al invasor".

A los niños hospitalizados se les aplica el leucograma (muestra de
sangre), los pigmentos biliares para detectar posibles hepatitis ante el
descenso de la hemoglobina, la cituria (análisis de orina) y la
radiografía del tórax. Tales exámenes dan negativo durante la
incubación, pero la persistencia de fiebres y la inflamación del hígado
y el vaso revelan la presencia de la istoplasmosis, cuyos efectos
obligan a los facultativos al uso previo de anti alérgicos (benadrilina
e hidrocortisona) y la administración de Anfoterisina B por vía
intravenosa, medicamento fotosensible a la claridad pero muy efectivo,
complementado con sueros de hidratación, oxigeno artificial contra la
tos y el monitoreo de la frecuencia cardiaca, pulsaciones y bombeo de
sangre.

Los ingresos, la desesperación de madres y abuelas y los comentarios
sobre convulsiones, fiebres y decaimientos, han favorecido un estado de
solidaridad entre los vecinos de los niños hospitalizados. Algunos
especialistas de la Dirección municipal de Salud del Cotorro visitaron
las casas de los afectados y alertaron a sus familiares sobre las
posibles secuelas de la enfermedad.

Las personas entrevistadas aseguran que las autoridades sanitarias
fumigaron y cerraron los túneles cercanos, convertidos en refugios de
ratas y murciélagos tan peligrosos como los militares que gastaron
enormes recursos en espera de un enemigo que nunca llega.

Pero el murciélago suele aparecer en lugares insólitos. En la visita que
realicé el domingo pasado al hospital infantil "William Soler", me
contaron que uno de esos animalitos apareció allí. Fumigaron con
anestésicos y cerraron el salón por una semana. Al reabrirlo, la
sorpresa fue enorme: eran muchos y vivían discretamente en el falso techo.

Mientras tanto, hay quienes convierten la tragedia en comedia: juegan a
la bolita y apuestan por el 18 (niño), 40 (niño travieso), 61
(enfermedad), 70 (hospital) y el 99 (murciélago). Algunos arriesgan sus
pesos por el 5 (mar), el 46 (mala noticia) y el 52 (ahogado), pues
recientemente las olas en Guanabo arrebataron la vida de bañistas
imprudentes y llevaron a varios niños y jóvenes a los hospitales de La
Habana.

Tan peculiar manera de entender la realidad justifica en parte la
actitud de algunas madres y abuelas desesperadas, que ante el avance
dramático de la istoplasmosis, acuden a la ciencia pero encienden velas
a San Lázaro, rezan el Ave Maria y no vacilan en pasarle cascarilla y
hasta un huevo por el cuerpo al niño ingresado, mientras perfuman la
habitación sin reparar en la mirada escéptica de médicos y enfermeros.

Ante la incertidumbre "todos los santos ayudan". La vida de un niño es
un tesoro. La cultura popular no contradice los esfuerzos de la ciencia
para enfrentar a esos enemigos agazapados en los túneles de un país que
aún espera por la guerra.

http://www.cubanet.org/CNews/y07/jun07/12a4.htm

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