Thursday, June 14, 2007

Cubanos complementan raciones alimenticias con comida callejera

Publicado el miércoles 13 de junio del 2007

Cubanos complementan raciones alimenticias con comida callejera
Por ANITA SNOW
The Associated Press

LA HABANA --
Los cubanos no tienen cadenas de restaurantes de comida rápida. Pero
cuentan con puestos callejeros que les permiten complementar las
raciones alimenticias.

Pueden comprar, por ejemplo, pizza en un cesto.

Hacen sus pedidos a los gritos a empleados de una cocina instalada en la
terraza de un edificio de dos pisos. Poco después les llega la pizza, en
una canasta de juncos que baja desde las alturas.

Pizza Celina es uno de varios negocios callejeros a los que acuden los
cubanos para complementar las raciones alimenticias del gobierno.

Estos comerciantes venden maní, palomitas de maíz y "chicharrones de
macarrones".

Cerca de la Universidad de La Habana, los estudiantes hacen cola al
mediodía frente a un edificio de paredes rosadas descascaradas en el que
compran una porción de pizza por el equivalente a 38 centavos de dólar.
Con un poco más de dinero pueden pedir que le agreguen jamón o chorizo.

Minutos después de que hicieron su pedido, baja desde la terraza una
canasta atada a una soga para que paguen. Poco después, reaparece la
canasta, esta vez con la pizza. En el negocio no ofrecen bebidas ni
servilletas.

La entrega con canastas atadas a una soga es un método común entre las
personas que comercian desde sus departamentos en edificios sin ascensores.

"Venimos aquí porque la comida es buena y barata, y el servicio es
rápido", expresó Laura, una estudiante de historia de 20 años. Como
tantos otros cubanos, declinó dar su apellido al hablar con periodistas
extranjeros sobre un tema que puede tener connotaciones políticas.

Dijo que a menudo come en la cafetería de la universidad por menos
dinero, pero que esa comida no es tan buena como la de Pizza Celina.

"Es un poco caro para nosotros, pero venimos cuando podemos", manifestó.
Hace poco el gobierno subió de 1 a 2,50 dólares la mensualidad que paga
a los estudiantes, lo que quiere decir que puede ir a la pizzería una
vez al mes.

Laura vive en el otro extremo de La Habana y no le resulta práctico
regresar a su casa para comer. En las inmediaciones de la universidad no
hay muchos sitios donde comprar comida barata, con excepción de un
restaurante vegetariano del gobierno en el que casi nunca hay nadie.
"Jamás fui allí", dijo Laura.

Lo más parecido a una cadena de restaurantes de comida rápida que hay en
Cuba es Rapidito, estatal, o kioscos Cupet en las estaciones
gasolineras. En ambos sitios se venden perros calientes y pollo frito,
que están fuera del alcance de la mayoría de los cubanos ya que hay que
pagar en "pesos convertibles", divisa usada por los extranjeros.

Los empleados del gobierno cobran en pesos tradicionales, que se cotizan
a 24 por dólar. El peso convertible se cotiza a 21. Un perro caliente
del Rapidito cuesta un peso convertible, que es más de lo que gana un
cubano en un día. El cubano común cobra un salario mensual de unos 350
pesos (16,50 dólares).

En el sistema de racionamiento que rige desde hace 45 años en este país
comunista, la población recibe una cantidad mensual de frijoles, arroz,
papas, huevos, y cantidades pequeñas de pollo, pescado, productos
"cárnicos" y otros alimentos. Esto, junto con las comidas que paga el
estado en sitios de trabajo, representa unos dos tercios de las 3.300
calorías que los cubanos ingieren diariamente, según estimados del gobierno.

La gente usa sus salarios y otros ingresos que puedan tener para comprar
el resto de sus alimentos en el mercado agropecuario, en supermercados
caros o en el mercado negro.

Si tienen suficiente dinero, o si no pueden regresar a sus casas para el
almuerzo, los residentes de La Habana acuden a puestos callejeros en
busca de platos baratos. Con frecuencia terminan en la concurrida calle
Obispo, que tiene la mayor concentración de vendedores callejeros que
cobran en pesos.

Es común ver a ancianos paseando por las calles de piedra con un cono de
papel lleno de maní, que portan como si fuese un ramo de flores.

Un adolescente que trabaja en un desvencijado carrito de madera pide dos
pesos por "granizados" con sabor a fresas. Otro vendedor callejero
ofrece palomitas de maíz caseras en bolsas de plástico por tres pesos.

Muchos vendedores callejeros tienen permisos para operar y el gobierno
tiene kioscos (puestos) que ofrecen pizzas, perros calientes y
hamburguesas de carne de cerdo por 10 pesos. Otros puestos oficiales
venden un vaso frío de "guarapo", como se le dice al jugo de caña de
azúcar, por un peso.

Productos similares se venden en tiendas del gobierno conocidas como
"tencen", una adaptación de la expresión "10 cents" (diez centavos) en
inglés.

Los "tencen" son algunos de los pocos lugares en los que los cubanos
pueden comprar alimentos y otras mercancías en la moneda nacional con
que se les paga el sueldo. También tienen mostradores en los que se
sirve pollo frito o bistec de cerdo y algunos productos de panadería.

En los "tencen" y otros puestos del gobierno se puede comprar asimismo
"frozzen", un producto cremoso frío, con sabor artificial a vainilla y
que cuesta un peso.

A una cuadra, un negocio de pesos convertibles vende productos
congelados importados que la mayoría de los cubanos no pueden adquirir.
Un helado de palito de chocolate de Nestle cuesta 1,10 pesos
convertibles, o 26 pesos normales (1,20 dólares).

http://www.elnuevoherald.com/212/story/52839.html

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