Monday, June 18, 2007

Cuba, necesidad y corrupción

Cuba, necesidad y corrupción

Héctor Ramón Forés Sánchez

17 de junio de 2007

Holguín, Cuba – bitacoracubana - Aquí se pretende exponer las
diferencias que se dan en nuestra patria entre la necesidad y la
corrupción, ya que percibo que en los análisis que hace el periodismo
oficialista, así como comentaristas y analistas de emisoras extranjeras,
descuidan establecer las debidas diferencias entre el estado de penuria
y necesidades en que vive la población cubana y la corrupción.

Esto empaña la imagen de nuestro pueblo y crea lo que en lógica formal
se denominaría como un reflejo indirecto de juzgar como corrupto a la
mayoría del pueblo cubano, el cual es digno en su lucha por sobrevivir y
acabar, precisamente, con el estado de corrupción.

La pregunta que debíamos hacer es: ¿Cómo los corruptos van a eliminar o
disminuir la corrupción? Y ya eso es tarea de los organismos de control
de su gobierno totalitario, que sólo se preocupan de perseguir y
encarcelar a los hombres que piensan diferente y que quieren un cambio
democrático y pacífico para su país, que implique, entre otras cosas, la
lucha contra la corrupción que lo desangra. No sólo materialmente, sino
moralmente.

La primera cuestión que se debe tratar es que la necesidad carece de
ley. Y lo que se hace a impulso de una necesidad imprescindible, no se
puede imputar como delito.

Por ejemplo: Si usted está encerrado en un campo de concentración con su
familia, y a ésta la falta de alimentación la está extinguiendo, usted
se verá obligado a buscarle comida para que sobrevivan.

¿Dónde la va a obtener? Claro está, tendrá que sustraerla de los
almacenes o comedores de sus carceleros. Pero si se puso fatal, y lo
sorprendieron apropiándose de determinados alimentos, ello lo conllevara
a un castigo, porque para sus carceleros usted será un delincuente. Para
su familia usted será un héroe, pues se arriesgo para salvarla. El
lector hará sus reflexiones.

La corrupción es un lastre que sucede en todos los países igual que en
el nuestro. Lo que asombra es que se manifiesta en todos los niveles de
dirección de cargos públicos; desde un pequeño lugar de dispendio de
bebidas alcohólicas hasta una gran industria.

En Cuba la corrupción es como un gigantesco pulpo, lleno de tentáculos,
casi siempre sin rostros.

Las causas son muchas: la falta de libertad de todo tipo; la
subordinación de la economía a los intereses políticos; la burocracia
rampante; y el bajo calibre de visión económica de los que se designan
para cargos administrativos, que aquí se denomina con la poca romántica
definición de que "es un cuadro".

Es decir, que aunque no tenga los conocimientos requeridos para el
puesto que ha sido designado, es leal al régimen y por ello, resolverá
los problemas. Esto es una aberración de lo que debe ser la dirección
económica de una empresa, sea pequeña, mediana o grande.

Hojeando un diccionario de sinónimos, la palabra corrupción tiene 22
significados distintos. Por lo que es una palabra terrible que puede
causar una gran conmoción sociológica que tergiversaría la esencia de
nuestra cubanía, si no se le pone coto.

Se dan casos asombrosos como en el año 2005, que en el programa matinal
llamado "Haciendo Radio", se informaba que habían sido detenidos dos
individuos que en un camión cisterna se robaban 2000 litros de aceite de
cocina. Y uno se pregunta: ¿Cómo es posible? ¿Qué control existe? ¿Cómo
anda la contabilidad de despacho de estos artículos en los puertos?
¿Cuántos hay implicados en estos robos y su distribución?

No hay que ser Sherlock Holmes, el famoso detective, para comprender que
es toda una red, o mejor dicho, una mafia.

El gobierno si de verdad quiere disminuir la corrupción, que dé
transparencia informativa. Que permita que la sociedad civil emerja bajo
principios cívicos y democráticos; que no los persiga porque denuncien
todos estos males.

Lo que debe hacerse es cuidar, en especial, a nuestra juventud. Educarla
en el civismo; no en el planfetarísmo político, ya que la continuación
de la vida de un pueblo depende de la formación de sus hijos.

No es asunto del estado juzgar la pobreza moral de los ciudadanos. Sólo
puede castigarlos, si cometen actos criminales.

http://www.bitacoracubana.com/desdecuba/portada2.php?id=4970

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